¡Felicidades! Jesucristo ha resucitado. Y la ola de Vida que ha provocado, atravesando los tiempos y lugares, quiere llegar hoy también a la orilla de tu vida, de tu gente, de nuestra Iglesia, de nuestro mundo, de nuestro colegio. Para que todo se transforme en una fiesta: el Padre está por la vida, la muerte no tiene la última palabra y todos/as tenemos hogar y tarea.
El Evangelio de hoy desborda de alegría. El Resucitado dice: “Alegraos”. Las mujeres se van alegres, a contárselo a los discípulos.
Pedro, como buen pregonero, la mañana de Pascua toma la palabra y pregona la Buena Noticia: “Os hablo de Jesús de Nazaret… vosotros lo matasteis… Dios lo resucitó”. Hoy es fiesta, fiesta grande.
Esto es la Pascua: el mundo al revés… o mejor, el mundo como Dios lo soñó. El Crucificado es ahora elevado junto al Padre. Los discípulos decaídos se transforman en anunciadores de un nombre y de una esperanza. La injusticia se quedó muda. La muerte trajo nueva vida. La creación ha sido re-creada. ¿Qué más queremos?
“Dios resucitó a Jesús, de lo cual todos nosotros somos testigos”. Esa es nuestra tarea: ser testigos de Jesús y de su Reino. Porque la ola de la Pascua encuentra resistencias en la historia, en los egoísmos, en los corazones… empezando muchas veces por el nuestro.
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